Mons. Gottau comprendió perfectamente que evangelizar en estas zonas era, también y prioritariamente, ocuparse de la alimentación, la vivienda, el trabajo, el agua, la educación, la salud, en fin, de la vida de la gente, y a eso se dedicó con una entrega admirable.
(artículo escrito por el padre Hernán González Cazón)
Santiago del Estero es, aún hoy, una de las provincias más olvidadas y, dentro de ella, la zona del chaco santiagueño da un triste testimonio. Cuando monseñor Gottau llegó en 1961, en toda la extensión de los 68.000 km cuadrados de la diócesis no había ni un kilómetro de asfalto.
Le tocó vivir el desmantelamiento del ferrocarril, que dejó muchísimos parajes y pueblos incomunicados y, lo que es más grave, sin agua, que antes era provista por los trenes. Otra consecuencia nefasta fue dejar muchísimas familias sin fuente de trabajo. Este panorama desolador movió al obispo a la compasión por el pueblo que el Señor le había confiado y por ello golpeó puertas del gobierno y del exterior para lograr obras que en algo paliaran la difícil situación.
Recuerdo como él mismo nos relataba su intervención frente al general Onganía para lograr la pavimentación de la ruta 92 que une Añatuya con la ruta 34 en Colonia Dora. Obra que se hizo con gran eficiencia y que permitió que llegara en buen estado hasta la actualidad (hace algún tiempo se repavimentó gran parte de la misma), a diferencia de otras rutas que fruto de escandalosos negociados en lapsos de menos de 15 años tuvieron que ser prácticamente rehechas una y hasta dos veces.
En el tema del agua colaboró decisivamente en la construcción del canal de Dios que permitió que llegara a sitios que carecían totalmente de ella, como así también de la realización del canal de la Patria. Estos canales, importantes pero precarios, requieren el permanente desmalezamiento de los mismos, o sea la colaboración de los municipios y de los habitantes de la zona para su normal funcionamiento, ya que son zanjas por las que circula el agua, no están construidos con material, y se extienden a lo largo de muchos kilómetros.
Respecto de la salud, se preocupó de que en todos los sitios, aun en pequeños parajes pudiese haber dispensarios. Los remedios comenzó a adquirirlos en Alemania, en grandes cantidades, de una institución católica que los produce para lugares de misión. Esto se continúa haciendo en la actualidad, se consulta a los médicos sobre las vitaminas y fármacos que más se utilizan y luego se los envía al interior, donde en forma gratuita o mediante una colaboración mínima, pueden disponer de ellos nuestros pobres paisanos.
Sobre la educación algo hemos hablado al referirnos a la auténtica promoción humana encarada por el obispo, ya que su tarea en ese campo, sea por la cantidad de centros, como por la diversidad de los mismos ha sido enorme y admirable.
Otro proyecto sumamente importante que avaló y acompañó con muchísimo entusiasmo y esfuerzo fue el “proyecto del Salado” que buscaba capacitar y ayudar a los campesinos en el trabajo de la tierra, con la posibilidad de comercializar a un justo precio la producción de su trabajo; en definitiva ayudar a la gente a tomar conciencia de su capacidad y dignidad. Del mismo tipo fueron los proyectos de Bandera Bajada, el “Proyecto del Caburé” y el que se realizara en la zona de Monte Quemado con el acompañamiento de lacongregación marianista. Mons. Gottau era plenamente consciente de la necesidad de capacitar a la gente de campo para que verdaderamente pudieran tener una vida digna.
También trabajó infatigablemente en la erradicación de ranchos, que era también una forma de combatir la vinchuca que se encontraba en sus techos y, por ende, tratar de disminuir algo el flagelo del mal de chagas. Cientos de familias santiagueñas, tienen hoy su casa merced a la gestión del primer obispo de Añatuya.
Muchas otras obras e iniciativas (entre ellas la campaña Más por menos que lo tiene como gestor) realizó monseñor Jorge en orden a la promoción social de esta zona, pero quisiera también destacar su ejemplo de hidalguía. En un tiempo en que muchos se llenaban la boca hablando de los pobres y no haciendo nada por ellos, Mons. Gottau hizo lo que muy pocos hombres de su tiempo. Trabajó realmente por el bien de los mismos, valiente, no se acobardó frente al poder sino que habló, a tiempo y a destiempo (como enseña san Pablo a Timoteo) en defensa de su rebaño.
Siempre tomó distancia de los políticos, a los que con toda libertad les pedía y exigía que cumpliesen con lo que les correspondía. Nuestra pobre provincia, ha padecido muchos años la corrupción de sus gobernantes, y el obispo no era un perro mudo. Habló con claridad y valentía, no se arrodilló frente a los poderosos de turno. Defendió a los pobres que el Señor le había confiado.
Como señalo al comienzo de esta nota, entendió que la evangelización debe llegar a la totalidad de la persona, que el alimento a distribuir es no sólo espiritual sino también material. Que el Señor recompense como sólo él puede hacerlo a este servidor bueno y fiel a quien puso al cuidado de su rebaño.